martes, 6 de agosto de 2013

(PARE)SER


     ¿Somos lo que parecemos? ¿Tu ropa, tu pelo, tu manera de hablar, pueden llegar a demostrar algo de tu personalidad? A veces me pregunto si será cierto que reflejamos lo que somos. Tantas veces nos repiten que lo que importa es lo "interior", mientras que al final puede ser que un poco de eso se vea reflejado "afuera". No creo que ninguno de nosotros fuera uno mismo ni no estuviese en su cuerpo, pero a la vez, no creo que ninguno de nuestros cuerpos fuese el mismo si nosotros no estuviésemos dentro. Entonces, ¿cuál es el completamente independiente? ¿El cuerpo o el alma? ¿El alma puede manipular al cuerpo? ¿El cuerpo puede afectar al alma? Yo sostengo que es una relación mutua, entre ambos elementos. En mi opinión, el alma y el cuerpo son libres pero dependientes: cada uno del otro. Pero, ¿cuál es el que manda?
     El cuerpo no es la cárcel del alma: el cuerpo es como la melodía, el alma como la letra en una canción. Ambas importan, y ambas se suelen reflejar mutuamente. Pero, ¿cómo confiar en la melodía si la letra puede engañarnos? ¿Si la melodía es calma, pero la letra es trágica? Es decir, ¿cómo reconocer a la persona que da a entender físicamente ser alguien que mentalmente no es? Y en ese caso, en ese engaño propio que se hace esa persona, ¿ella está pareciendo con el alma, con el cuerpo, o con ambos?
¿Se "es" con el alma o con el cuerpo? ¿Se "parece" con el alma o con el cuerpo?
Actuamos para parecer, pensamos para ser.

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